jueves, 25 de marzo de 2010

Direcciones

Direcciones

Cuando nace el niño queda inmergido en una atmósfera cargada de las vibraciones
estelares propias de aquel instante, vibraciones que quedan grabadas
sobre cada uno de los átomos de su organismo sensitivo por el aire inhalado con
su primera aspiración. Este bautismo planetario es la causa básica de todas las
características e idiosincrasias del niño y proporciona ciertas tendencias que duran
lo que su vida. Esto es la Raíz o el Horóscopo Radical que llevamos en nuestros
cuerpos y que, nos apercibamos o no nos apercibamos de ello, es la raíz o razón
de ser de todos los acontecimientos de la vida.
Pero los planetas no permanecen estacionarios, no conservando las posiciones
que ocupaban en el momento de nuestro nacimiento; su "progreso" es
eterno como es el de nuestro Padre en el Cielo y con el tiempo toman aspectos
diferentes del que ofrecían al nacer nosotros. Estas configuraciones progresadas
se llaman "direcciones" y marcan el tiempo de nuestra vida en que los acontecimientos
deben tener lugar.
Existen dos clases de direcciones, primaria y secundaria. Direcciones
primarias son las formadas entre los planetas en progresión y sus posiciones en
el instante del nacimiento. Si, por ejemplo, el Sol estaba en cero grados de Aries y
Júpiter en los 25 grados de Leo al nacer un individuo, como el Sol se mueve adelante
en el Zodíaco casi un grado cada día, estará en trino con Júpiter a los veinticinco
días después del nacimiento. El sistema de la medición del tiempo en la progresión
planetaria, computa generalmente cada día después del nacimiento como
un año de vida. Así, el individuo de referencia, se verá sorprendido por un afortunado
acontecimiento a sus veinticinco años.
Los aspectos se forman también entre planetas progresados, y para seguir
el ejemplo dado anteriormente, Júpiter progresaría uno o dos grados en dichos
veinticinco días; estaría entonces a los veintiséis grados de Leo y después de que
el Sol hubiese pasado el trino con el radical Júpiter, estaría en trino con el
progresado Júpiter y esto prolongaría por algunos años la benéfica influencia,
aunque sin perder de vista que el efecto de los aspectos entre planetas progresados
no es tan poderoso como cuando la configuración se produce entre un
planeta progresado y un planeta radical.
Las direcciones secundarias son las formadas por la progresión de la Luna
en aspectos con los planetas, especialmente con el radical. Estos aspectos
lunares son de importancia vital, pues, a menos que las direcciones primarias
se vean afirmadas por aspectos de la Luna en progresión que son de naturaleza
parecida, se reducirán a la nada. Prosigamos el ejemplo del Sol en trino
con Júpiter para la ilustración de esto. Si al tiempo en que culminó, la Luna en
progresión hubiese estado en Géminis 25, en sextil a ambos, el Sol y Júpiter,
aquello habría dado un colosal ímpetu al acontecimiento indicado por la dirección,
pero de haber estado la Luna en Tauro 25, y en cuadratura con Júpiter, habría
impedido el acontecimiento y en su lugar habría causado disturbios. De no haber
existido dirección lunar secundaria al tiempo del acontecimiento, aquél hubiese
permanecido latente hasta el próximo aspecto lunar de la Luna progresada,
dándole exteriorización o reteniendo oculta la influencia. Las Lunaciones (lunas
nuevas) son también poderosos factores para prestar energías a las direcciones
particularmente si son eclipses. Véanse "Lunaciones" y "Eclipses" e igualmente
"Tránsitos”.

***

del libro "Astrología Científica Simplificada", de Max Heindel

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